Centro de día Orpea El Campello

1 Reseña en “Centro de día Orpea El Campello”

• Conchi

  Personal:

  Calidad-Precio:

  Actividades:

  Hostelería-Comida:

  Zonas comunes:

  Tengo 58 años y he pasado allí unos dos meses por problemas de movilidad, me limitaré a contar mi experiencia y que cada cual juzgue por sí mismo…
  Al llegar me encontré con que mi plaza consistía en un hueco pequeño y semioscuro dentro de una habitación dividida en dos partes por una especie de pequeño tabique en el que había una cama pegada a la pared, una pequeña mesilla y un armario empotrado en el tabique mientras que en la otra parte de la habitación (más amplia y luminosa) además de la cama, la mesilla y el armario empotrado había una mesita redonda, televisor, teléfono y una pequeña terracita a la que por supuesto no se podía acceder en silla de ruedas.
  Después de protestar pusieron otro televisor en mi hueco y gracias a la amabilidad de algunas auxiliares mi estancia fué más llevadera de lo que pudo haber sido.
  Por supuesto ellos cobran lo mismo por los dos espacios , más de 2000 € que con los «añadidos» que ponen después por otros servicios rondan tranquilamente los 3000 o se acercan bastante, por ejemplo: cobran un «extra» dependiendo del grado de discapacidad que cuando yo estuve allí consistía en 140€ por un grado 1, 280€ por un grado 2 y 420€ por un grado 3, así que recomiendo encarecidamente que comprueben que el grado que consta en el contrato se corresponde con el concedido por la Generalitat y que exijan la copia del contrato el primer día para poder revisarlo tranquilamente y con la cabeza despejada sin los agobios del día del ingreso entre saludos, presentaciones y demás. Los servicios de limpieza y lavandería son un desastre, cuando yo estuve tardaban semanas en traer la ropa «limpia» y arrugada como un acordeón.
  El tema de las comidas es un mundo aparte…, los menús en sí mismos son aceptables, el problema es la interpretación personal que hace la cocinera que, por ejemplo llama «ensalada» a unos trozos de tomate triturado de bote con cuatro aceitunas. La comida, además de escasa, puede ser de dos clases: insípida (algunas veces si te la pusieran con los ojos vendados no sabrías lo que estás comiendo) o intragable; por no hablar de las cucarachas que campan a sus anchas por el comedor cada dos por tres…
  Las instalaciones no están pensadas para las personas con problemas de movilidad, se nota que es un hotel reconvertido y han hecho los cambios justitos porque los timbres están lejos de la cama, el acceso a las terrazas de los dormitorios tiene un saliente que no se puede pasar con silla de ruedas y hay un jardín con una rampa demasiado inclinada para que una persona en silla pueda subir sola.
  En cuanto al personal es difícil hacer una valoración general porque hay algunas auxiliares encantadoras que intentan dar lo mejor de sí y hacer bien su trabajo y otras que por diferentes razones yo no podría calificar como profesionales.
  Sin embargo el médico (al menos el que había cuando yo estuve) y algunas enfermeras sí merecen todo mi respeto.
  El trato a los residentes imagino que es bastante similar al que por desgracia reciben en la inmensa mayoría de este tipo de «aparcamientos de ancianos», especialmente los abuelitos o personas más dependientes, es decir: simplemente son paquetes.
  La verdad es que me considero afortunada por haber podido salir de allí y a aquellos que estén considerando ingresar o llevar a un familiar a este centro le recomiendo que no se queden solamente con la apariencia exterior ni las «sonrisas de precampaña» de los primeros momentos y en caso de optar por dejarlos allí que hagan un seguimiento de cómo están de verdad sus seres queridos si realmente son queridos.

  28 febrero, 2020, 12:53

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